Prueban una revolucionaria membrana capaz de mantener al corazón latiendo eternamente
La tecnología de impresión en tres dimensiones viene cumpliendo -y con creces- las asombrosas expectativas que trazó desde sus cercaos orígenes. Quizá uno de los casos más representativos sea el reciente invento desarrollado por un grupo de científicos interuniversitarios de los Estados Unidos, que lograron crear una membrana coronaria externa íntegramente elaborada con impresora 3D, y capaz de mantener un corazón latiendo prácticamente para siempre.
La membrana
-elástica y extremadamente fina- se envuelve alrededor del corazón como si se
tratara de un guante y, al estar dotada de un conjunto de electrodos
milimétricos, logra controlar la función cardíaca con perfecta eficiencia
mediante impulsos eléctricos.
Los
científicos lograron probar con éxito su funcionamiento en el corazón de un
conejo. Para ello, en primer lugar, realizaron un escaneo tridimensional con
tomografías computadas y obtuvieron un detalle exacto de las medidas coronarias
del animal. Inmediatamente, trasladaron las mediciones a un molde que
imprimieron mediante una impresora 3D especializada para la creación de la
membrana. Finalmente, extrajeron la anatomía cardíaca del conejeo y la
revistieron con la membrana, haciendo latir su corazón satisfactoriamente.
Los expertos
subrayan que no se trata de un marcapasos evolucionado, sino de una sofisticada
membrana siliconada que emula perfectamente a la membrana natural de un
corazón, es decir, al pericardio.
Sin embargo,
a diferencia del natural, este pericardio fabricado posee tecnología suficiente
para sentir e interactuar con el corazón, adecuándose a sus funciones
solidariamente.
La red de
electrodos especializados que compone la superficie de la membrana puede
controlar la actividad eléctrica del corazón, haciéndolo latir siempre a un
ritmo saludable. En caso de detectar cualquier anomalía -desde una arritmia
severa, hasta un colapso cardíaco-, la membrana es capaz de aplicar una terapia
de alto nivel, profiriendo estímulos eléctricos en distintas regiones del
pericardio para regularizar el ritmo cardíaco y prevenir paros. Se estima que la membrana estará lista para servir en corazones humanos de aquí a unos diez o quince años.
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